9 de marzo de 2021

Distopía se escribe con ñ

Ella ya no va por esa calle, desde que dos de ellos decidieran acorralarla y utilizarla para "divertirse un rato". Ella ya no sale de fiesta, desde que uno de ellos decidiera echarle droga a su bebida. Ella prefiere no subir al autobús, desde que uno de ellos decidiera que no necesitaba su permiso para tocar su cuerpo. Ella vuelve siempre a casa por el camino más largo, porque el camino más corto es un parking poco iluminado. Ella aprendió a evitar ciertos sitios. Ella aprendió a no ir sola. Ella aprendió a "tener cuidado". 

Ellos aprendieron que sea cual sea la respuesta, siempre será sí. Más aún, aprendieron a no hacer pregunta alguna. Aprendieron a ejercer su tan reafirmada superioridad. Aprendieron que ni siquiera tienen que ocultarse, que pueden jactarse de ello sin problemas. Que la responsabilidad siempre será de ellas, que serán defendidos, aclamados, impunes. Aprendieron que si quieren, pueden. Sin consecuencias. 

Mientras, ellas aprendieron a no enseñar su cuerpo, porque ejercer su libertad equivalía a ofrecerse. Aprendieron a quedarse encerradas en casa, porque seguir con sus vidas desmentía su sufrimiento, invalidaba su condición de víctimas. Aprendieron a quedarse calladas, porque ¿quién las iba a creer? 

Y así, el mundo fue de ellos. 



Escribí este texto en octubre del año pasado. Sigue teniendo relevancia. Nada más que decir.